UNA CANCION PARA MARINA.

(Ramón Acuña Carrasco).
(A Marina Alvarado).


Este relato anida en la espesura de Isla Negra. Podríamos engarzar la palabra en sus pinares, en el mar y su poeta. No, en estas horas de ajetreos y vitrinas no hablaremos de verdores, oleajes ni poetas. El recuerdo contenido en estas líneas es para alguien que consagró "su resto de eternidad" a la enseñanza y a la siembra de cariño en la infancia , atenta a su germinación y su proyecto.

Alguna vez fuimos hasta la humilde escuelita que por años albergó el alma sencilla de Marina. Allí, en la hospitalidad de su casa de adobes nos acogió con gran afecto. Fue en Diciembre de un año extraviado en el tiempo. Con nuestra utilería de cartón, ángeles, estrella y pastores improvisados con niños del lugar hicimos uno de los más hermosos retablos de Navidad que recordamos. Paisaje, creatividad y una gran dosis de espíritu de coro hicieron posible la puesta en escena de pesebre y palacio al reparo amable de la vieja escuela.

El lema del Coro del Puerto de San Antonio, con Waldo Aránguiz al frente, era: DAR. Y no sólo canto, también imaginación, amistad y alegría. Aquella vez al dar recibimos lo que hoy es el grato recuerdo de Marina y de su cálido refugio el que merecía erguirse por encima de sus necesidades para ser más útil a la comunidad que la rodeaba. Un día, con la esperanza en persona la nueva estructura educacional llegó flamante y vigorosa. ¿Un justo premio al sacrificio y a la entrega de la noble maestra? De estar ella en este mundo sé que estas líneas le hubieran parecido exageradas y diría que no era suyo el mérito y que había muchas voluntades tras el mismo objetivo y que cuanta cosa buena se dijera al respecto debía ser compartida por todos, como el aire y la luz de Isla Negra.

Siempre es así, es posible que muchos empujen el mismo proyecto, pero, hay entre todos ellos un fanal que alumbra horizontes. De Marina podemos decir que sembró claridades al trazar caminos de esperanza a tantos niños que jugando a crecer siguen yendo de la luz a la sombra y de la sombra a la incertidumbre del vivir y el sobrevivir, para ser, finalmente, trigo o diamante ,y, obreros o arquitectos de su propio destino.

Marina continuó su marcha bondadosa y creadora al Norte de Isla Negra en donde extraviamos su presencia.

En horas previas a la Navidad y con el afecto golpeando las puertas de un tiempo necesitado de palabras buenas y de reconocimiento al trabajo anónimo, silencioso y fecundo de los que sirven a los demás, he querido hacer recalar el recuerdo en un bello lugar de esta orilla para contarles algo de una mujer inolvidable. El paraje es mundialmente conocido. Ella es, simplemente, Marina.

San Antonio, Diciembre de 2001.