EL ARBOL DE LOS LIBROS.


Cuando un poeta te entregue la palabra escrita de sus vivencias, sus sueños, sus aciertos y sus quimeras, desnuda tus pies porque vas a entrar al templo donde mora la intimidad de su alma.

Sentarse a la sombra de El Árbol de los Libros, de Hugo Gaviola, y percibir el murmullo de sus hojas es adentrarse en confidencias de sensibilidades que trazan el perfil de un hombre agradecido de la vida. De un pintor que plasma el paisaje en la palabra, de un canalero aquerenciado con torrentes fabulosos, de un juglar que canta los sucesos aferrados a su vida con un verso claro y transparente. Del padre que vive en vigilia oteando correos más allá de las orillas opuestas de mares infinitos, del hijo lejano que lleva en su alma y en su voz los ecos heredados de la musa que un día lo cautivara con una bella canción.

Este conversar del poeta con el hombre quieto y de puertas adentro que hay en él sabe a confesión abierta sin reclinatorio ni ventanilla. A crónicas de vida buena temperada con calor de hogar, de panal con zumbido de hijos que han sido y de uno, fugaz, que dejó un hermoso mensaje tras su paso apresurado. Aquel ser amado que fue " un susurro en el viento ".

El Árbol de los Libros es una fronda de espejos que reflejan, más allá de las vivencias, aquello que don Jorge Luis Borges dijo alguna vez: " El extraño deber de un escritor es éste. Un escritor recibe todas las vicisitudes humanas, siente todas las pasiones, pero, sabe que su deber es, en lo posible, transmitir todo en belleza; además, las miserias, los fracasos, las deficiencias, las humillaciones. Todo es como arcilla que le es dada para literatura."

¿De dónde viene este alfarero? : De la húmeda floresta que confiara sus secretos a Pablo y a Juvencio. De allí, del Temuco ancestral y generoso, nace el trayecto que lo lleva a trabajar como maestro de primaria y de escuela nocturna durante treinta y ocho años los que alterna con otros veinticinco en la Empresa de Agua Potable de Santiago donde fue dirigente gremial, Consejero de la Caja de Previsión, en representación de los trabajadores por varios períodos, y fundador de la Biblioteca Poeta Angel Cruchaga Santa María la que, por un tropezón de la Historia, cerró puertas y textos en Septiembre de 1973.

Después de un gran paréntesis en el que, como buen rotario, da mucho de sí en la formación de adultos: "Forastero siempre", "Cansado de ser árbol queriendo ser río / cansado de ser noche queriendo ser alba / cansado de ser agua queriendo ser vino / y aunque había días en que se cansaba de ser", continuó su rumbo de hombre - sur y de hombre - río hasta unir su caudal con la serenidad del Maipo para detenerse una mañana esplendorosa junto a la musa de la hermosa voz en un remanso del " verdiazul de los ríos en cuyas colinas suele florecer el viento." Aquí, frente al mar, ¡por fin el mar!, e inseparable de los ríos, él y ella, escriben tanto como lo permiten los días tranquilos y dan libre curso a su creatividad vibrando, por más de una década, con todas las expresiones artísticas lugareñas, en una entrega total y solidaria, participando con entusiasmo en la vanguardia de las Agrupaciones Culturales de San Antonio y Santo Domingo. Junto a la sombra de un gran ciprés congregan a los hijos y a los hijos de los hijos tanto como lo permiten las ataduras de cada cual. Todo encuentro es una fiesta y un decir de cosas bellas y de pan compartido.

El poeta ha llegado a un rincón de golondrinas y de atardeceres que en cada puesta de sol anuncia la partida que un día llegará, drástica e inexorable. En uno de esos arreboles, Solveig, la amada viajera que fue la escritora Gloria Artigas, Premio Municipal de Literatura de San Antonio, su esposa y compañera de tantas jornadas, emprende el vuelo hacia la infinita bondad del Padre de la Creación dejando en esta orilla el recuerdo hermoso de su paso y de su siembra que fue abundante y generosa.

Hoy, después de un laboreo de nostalgias por el huerto y el jardín de sus recuerdos, nuestro Hugo empuña la poda de sus escritos en un texto confidente que espolea nuestra imaginación con rumor de ríos y de grúas, con borrascosas ventoleras sureñas, con reflejos de oro rojo en el roble pellín, con repiqueteos de lluvia reconciliada con techumbres y cristales, con cartas que vuelan desde el Norte de Europa hasta una puerta abierta en el fin del mundo y con el eco del vocerío del reencuentro de los normalistas de Valdivia que rompe, incontenible, los años de la ausencia, vertiendo en todo aquello soplos de romanticismo y de exquisita y auténtica sensibilidad.

El Árbol de los Libros es un bello texto estructurado con amor en forma y contenido, con hermosa letra proyectada sobre fondos de crecida, tenue y elevada sombra. Un tesoro de versos maduros que reposaban en el arcón de la modestia de su autor.

Hermano poeta, no más postergaciones ni esperas, para ti reserva la literatura páginas blancas. Es el tiempo de ser río, de ser alba, de ser vino y de ser .

Amigas y amigos:

Sin contradecir a don Vicente Huidobro, con su venia, y porque estamos muy felices , con fuerte y clara voz, proclamamos la noticia:

"Silencio,

se oye el pulso del mundo como nunca pálido.

La tierra acaba de alumbrar un árbol."

Presentación de

EL ÁRBOL DE LOS LIBROS.
Texto de Poemas de Hugo Gaviola Cabezas.

Palabras de Ramón Acuña Carrasco.

Casa de la Cultura de Santo Domingo.
Sábado, 13 de Julio de 2002.